Fluir es un disco de doce canciones que intentan contar sensaciones y estados, ires y venires.
La palabra Fluir significa lo que corre, lo que brota. De alguna manera ese movimiento en que transcurrimos, ese tiempo en el que devienen los días que habitamos atraviesan estas músicas.
Los procesos creativos son tan únicos como los resultados que de ellos proceden. Es por medio de los aprendizajes que podemos lograr que eso que en algún momento nos resultara influencia, nos atravesara como una flecha; hoy pueda ser parte de nuestro marco referencial, al que podemos elegir, cuestionar, alterar, modificar, transformar y transmutar. De eso se trata la identidad, de construcciones, que vamos dialécticamente cuestionando y aceptando.

En las canciones busqué reunir y encontrar músicas que desde concepciones teóricas pudiesen resultar disímiles, pero que fueron siempre entendidas desde la familiaridad con que se fueron volcando en mi mapa musical de viaje (con la melomanía característica de mi seno familiar); dichas música son cercanas entre sí por habitar la misma discoteca que ocupa cada vez más paredes en la habitación de los discos y libros de la casa donde me crié.

Intenté sostener musicalmente esa visión integracionista en mi música. Entendí ese camino de continuidad, de hermandad entre las distintos géneros y estilos, que van trenzando caminos, y tendiendo redes entre sus lenguajes; en su devenir van mutando, y están en constante transformación, en su natural caótica y contradictoria manera de existir, en la que comprende en su conformación las dualidades contradictorias como parte de la unidad que las compone y les otorga entidad y unicidad; allí se encuentra también Fluir.

Estas canciones no pretenden ser más que el soslayo de una forma de ver el mundo. Fluir pretende plasmar una forma de ser en el mundo.

Fluir. Del latín fluĕre. “Dicho de un líquido o de un gas: correr. Dicho de una idea o de una palabra: Brotar con facilidad de la mente o de la boca.”
El concepto de tiempo, como ese devenir en el que transcurre el hombre; pero pensado también como viaje introspectivo, como viraje hacia el interior, en una búsqueda incesante para consigo mismo es la línea conceptual que atraviesa este disco.
El hombre, como sujeto se sumerge en un devenir que le es inevitable, que implica el transcurso de los días de la vida. El tiempo, sea quizás, ese fenómeno que se inventa para medirse, para entenderse en ese fluir.
Es el tiempo, quizás, una extensión del hombre mismo en su subjetivación, de la comprensión que puede hacer del mundo que lo rodea, una acotada y parcial acepción de lo que cree entender. Una experiencia intransferible, y al mismo tiempo inevitable.